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Karen Solis

Wilson Aranda 

Trujillo 

La Hermelinda, el centro de abastos más grande de Trujillo, se ha convertido en una zona muy peligrosa. Allí, las extorsiones, asaltos y robos se dan casi a diario.

Los últimos crímenes registrados en este centro de acopio mayorista - ubicado a unos ocho minutos del centro de Trujillo- son parte del índice delincuencial que mantiene en jaque a los comerciantes que están a merced del hampa y del crimen organizado.

Sino que lo diga la comerciante Santos, quien hace diez años años inició su negocio en un puesto de verduras. Jamás se ha sentido tan atemorizada por el accionar de los delincuentes que pululan en la zona. 

“Tememos por nuestras vidas, lamentablemente no hay un patrullaje policial permanente para disminuir los hechos delictivos que se perpetran tanto al interior como exterior del mercado”, nos dice la vendedora.

Razones no le faltan a Santos para preocuparse. En el 2013 y en lo que va del 2014 al menos cuatro comerciantes han sido asesinados. Aún cuando la policía no logra esclarecer los móviles exactos de estos crímenes, las hipótesis que se manejan apuntan a que fueron por negarse a pagar cupos. Y es que el delito de la extorsión se ha acentuado en este mercado mayorista.

Fernando Reyes Cueva, secretario de Economía de la Federación Regional de Mercados (Fedemer) de La Libertad, revela que al menos un 40% de comerciantes de los 2,500 que alberga el centro de abastos son víctimas de extorsión, y que éstos por temor a sus vidas ceden a las exigencias de las bandas delictivas.

“Hay vendedores que pagan diariamente un sol a las bandas de extorsionadores por una supuesta protección y vigilancia de los puestos. Pero hay otros casos, en donde la extorsión es directa, se amenaza de muerte a los dueños de los puestos si no pagan de 5 a 10 mil soles,” explica.

Al respecto, el presidente de la asociación del centro de abastos, Pablo Huamán Flores, sostiene que la mayoría de los negociantes no llegan a denunciar por temor a sufrir represalias de manos de los delincuentes. “Nadie está libre de ser víctima de las extorsiones. Muchos temen por su vidas. Los hampones no tienen piedad ahora para matar”, agrega.

Como medida preventiva, los comerciantes se han visto obligados a contratar a grupos de seguridad que, "armados hasta los dientes", tratan de erradicar al hampa y al crimen organizado. "Cada sector se ha organizado y paga a sus vigilantes. Cada comerciante paga semanal de 5 a 10 soles por seguridad", agrega el dirigente.

A la inseguridad, caos y desorden que reina en La Hermelinda, se suma el clima tenso debido a la existencia de dos bandos de comerciantes que mantienen una rivalidad y una puga por el control dirigencial. La muerte de la ex dirigente María Esther Cerna Araujo (55), el pasado 20 de marzo, por sicarios cuando iba a bordo de su vehículo junto con dos amigas, habría sido una venganza por los problemas en las dirigencias.

María Romero, una comerciante que desde hace 20 años labora en La Hermelinda, cuenta que existen dos grupos de comerciantes: blancos y amarillos. Las diferencias entre ambos bandos se iniciaron hace años, ya que los integrantes del grupo amarillo querían apropiarse de 36 metros cuadrados del centro de acopio para sus puestos, perjudicando al resto de comerciantes.