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No una, sino varias son las denuncias que ostenta en su récord personal el parlamentario chaka­no y expresidente de la Comisión de Educa­ción del Congreso, Daniel Mora Zevallos, que en el debate sobre la última ley universitaria asumió el moralismo como doctrina cuando hasta la fecha no precisa ni demuestra el presunto delito contra la fe pú­blica en la modalidad de falsedad genérica en que estaría in­merso por haber declarado que realizó estudios de posgrado en una universidad capitalina.

Esta delicada situación arrastra Mora Zevallos desde la época en que fue designado ministro de Defensa por el pre­sidente Ollanta Humala Tasso. De acuerdo a documentos oficiales, el también exvocero y jefe de la Oficina de Informa­ciones del Ejército habría mentido en un primer momento so­bre sus estudios universitarios en una declaración jurada ante la oficina de recursos humanos del Ministerio de Defensa.

Y es que consignó haber realizado estudios de posgrado en la modalidad de maestría entre marzo de 1985 y febre­ro de 1986 en la carrera de Administración de la Educación de la Universidad de Lima. Así también quedó consigna­do en la página oficial la repartición pública que funciona en el Pentagonito de San Borja.

Para expertos y legisladores, este caso tiene similares ca­racterísticas a las de dos parlamentarios, Cenaida Uribe y Alejandro Yovera, ambos sancionados ya por la Comisión de Ética; por lo que el propulsor de la cuestionada ley universita­ria podría correr la misma suerte, según afirman opositores en el primer poder del Estado.

“Lo que reportó en su momento (2011) el exmilitar no tiene razón de ser ni nada de verisimilitud, porque ninguna maes­tría se realiza en un año, como (Daniel) Mora logró consignar en su hoja de vida, al asumir el cargo de titular del sector De­fensa. Además, en nuestros registros no aparecen por ningún lado sus estudios realizados de posgrado en esa casa superior de estudios (Universidad de Lima). Nunca presentó una tesis ni tampoco posee el grado académico respectivo”, precisó una fuente de la Asamblea Nacional de Rectores que solicitó man­tener su nombre en el anonimato para evitar represalias en su centro de trabajo.

Además, cuando postuló al Congreso, ante el JNE nueva­mente Mora Zevallos consignó esa información. Al ser descu­bierto, intentó cambiar su versión señalando que tiene un pos­grado, sin identificar si era diplomado, maestría o doctorado.

Dicha subsanación ante el máximo ente electoral la hizo con una escueta y mera declaración jurada en la que luego obvia dicha información personal y ya no la vuelve a registrar.

Al respecto, la Universidad de Lima guarda hermetismo y evade su responsabilidad y compromiso ético de brindar in­formación precisa sobre los estudios reales del legislador de la chakana.

Pero destacados docentes de ese entonces, como Francisco Farro Custodio y Otoniel Alvarado, podrían dar fe de la ver­dad acerca del tipo de estudios que habría realizado el legisla­dor de Perú Posible.

Otros documentos expedidos por Mora Zevallos también determinarían que este habría incurrido en probables de­litos de tráfico de influencias, al pretender que el fenecido Consejo Nacional para el Funcionamiento de Universidades (CONAFU) autorice el funcionamiento de la Universidad Privada Sergio Bernales SA, cuya sede se encuentra en San Vicente de Cañete, al sur de Lima.

Según el oficio N.° 1512-2013-2014-CEJD/CR rubrica­do por el citado congresista de Perú Posible y dirigido a Luis Carpio Ascuña, titular del CONAFU, de fecha 21 de abril del 2014, le exige se dé luz verde a la autorización de funciona­miento de dicha casa de estudios.

Es decir, “recomienda, como caso único y particular, la expedición por CONAFU, la Resolución que autorice el Fun­cionamiento Definitivo de la Universidad Privada Sergio Bernales SA (régimen societario)” (sic).

Dicho centro de estudios emite títulos de Cosme­tología con valor universitario y tiene convenios fir­mados para expedir cartones con otra institución cuyo rector, José María Huamán, está –según se afirma– proce­sado por lavado de activos, tal como reveló el semanarioHildebrandt en sus Trece en su edición N.° 209.