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No la tiene fácil César Villanueva pues ni ha cumplido una semana en la presidencia del consejo de ministros y ya fue notificado de que –por si aún no se había dado cuenta– un obstáculo central de su gestión será que él va a estar en medio del fuego cruzado de una voluntad de choque por parte de su jefe, el presidente Ollanta Humala, y la oposición, cuyo liderazgo lo trata de representar –y a veces lo consigue– el ex presidente Alan García.

Podría ser cualquier tema, pero dos son los elementos sobre los que se desarrolla el jaleo de esta semana entre el gobierno y la oposición.

Uno es Qaliwarma, en cuyo caso el presidente Humala respondió ayer a los cuestionamientos hechos el domingo por Pilar Nores, diciendo: “No estoy de acuerdo en que una primera dama trabaje a través de su ONG, cuando está de primera dama, algunos programas sociales. No se puede mezclar lo privado con lo público. En un cargo honorífico, no puedes meter tu ONG con el Estado, porque eso no es ético”.

Entonces, el ex presidente García, que ganas no le faltan de seguir la bronca, no desaprovechó la ocasión y, en el terreno en el que ahora gusta moverse, tuiteó que “las cifras de la Sra. Pilar en su entrevista sobre inclusión son verídicas. Sr. Humala, conteste las cifras y sin grosería”.

El segundo round se desarrolla por una nueva norma promulgada por el gobierno que restablece beneficios penitenciarios para los sentenciados por algunos delitos, y que el ex presidente García, apelando a su conocida habilidad para el marketing político, aprovechó para decir que estamos ante la ‘Ley Antauro’ pues con ella el presidente Humala buscaría beneficiar a su hermano.

El comentario de García carece de fundamento y es, sin duda, un oportunismo, lo cual ha llevado al presidente Humala a responderle diciendo que “es una mañosería política colocarle un nombre a una ley porque saben que es el hermano del presidente, no tiene mayor sensatez lo que están hablando, porque están hablando por hablar”.

Ni corto ni perezoso, García tuiteó “Sr. Humala, no siga mintiendo. Claro que la ley reduce la pena de su hermano y de otros miles de grandes delincuentes”, arriesgándose en una materia en la que le convendría manejarse con cuidado si se tiene en cuenta el escándalo de los narcoindultos otorgados por su gobierno.

¿Dónde queda Villanueva en todo esto? No la tiene fácil, pues en este pleito no le será sencillo ponerse el casco y cuerpo a tierra en medio del fuego cruzado, especialmente cuando recién empieza a construir una relación operativa con el presidente Humala, y cuando el Apra lo llena de elogios y le ofrece que acudirá sin condicionamientos al diálogo que convoque el nuevo premier.