LA PRELATURA HOY CELEBRA EL CUADRAGESIMO SEXTO ANIVERSARIO DE LA PRELATURA
martes, 2 de octubre de 2012
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La Historia se construye con grandes y pequeños acontecimientos, y se
forja con hombres que pueden pasar por el mundo sin que éste se entere
de su presencia, y sin anotar en las páginas de la historia, grandes
relatos sobre ellos. La Prelatura de Yauyos, en sus 46 años de
existencia, tiene nombres y momentos que marcan un hito en su historia.
Cierto es, que esas personas y esos momentos no son toda la historia de
la Prelatura. Sin embargo han dejado una huella para que pisemos bien
quienes seguimos detrás y encontremos cuál es el camino que se debe
seguir. La Prelatura de Yauyos inicia su historia el dos de octubre de
1957. Fueron cinco los primeros sacerdotes que acompañaron al Prelado
Mons. Ignacio María de Orbegozo. Cinco nombres han quedado impresos en
la historia de esta Prelatura. Ellos son: Mons. Enrique Pélach, Mons.
Frutos Berzal Robledo, P. Jesús María Sada, P. José de Pedro y el P.
Alfonso Fernández. Se cuenta entre los sacerdotes que San Josemaría
Escrivá, Fundador del Opus Dei, el año 1957, le dijo a Mons. Ignacio
María de Orbegozo, el primer Prelado de Yauyos, que en 20 años vería los
frutos. Cuando llegó el año 1977 recibían el diaconado los primeros
seminaristas de la Prelatura de Yauyos y el año 1978 recibían el orden
Sacerdotal los cuatro primeros. San Josemaría Escrivá de Balaguer, a
quien Pío XII había encargado esta Prelatura, no se equivocó. Los frutos
se empezaban a recoger: la Prelatura tenía sus primeros cuatro
sacerdotes, formados en su propio Seminario: Mons. José María Ortega
Trinidad, Mons. Ángel Ortega Trinidad, P. Víctor Luis Huapaya Quispe y
P. Luis Miguel Ubillús Pasco (+).
La Historia de la Prelatura dentro de la Historia
Para tener un panorama de los tiempos y de los acontecimientos, hay
que ubicarlos en su contexto vital. Por eso, antes de introducirnos a
desarrollar nuestro programa expuesto en el epígrafe anterior, vamos a
dedicar un breve espacio a situar la historia de la Prelatura de Yauyos
junto con los acontecimientos más relevantes que se iban sucediendo en
el mundo, en la Iglesia y también en la historia del Perú. La historia
de la Prelatura de Yauyos empieza el dos de octubre de 1957. El Papa Pío
XII encarga al Opus Dei la dirección de esta jurisdicción eclesiástica,
cuyo Fundador y Presidente General era a la sazón San Josemaría Escrivá
de Balaguer. Quizá haya sido esta una de las últimas decisiones de Pío
XII, que por entonces estaba ya muy enfermo. Muere un año después, el 7
de octubre de 1958. Esta decisión es una clara muestra de confianza de
Pío XII en el Opus Dei. En su momento explicaremos en qué se fundamenta
esta confianza. Además, la década de los 50, que coincide con los
últimos años de Pío XII, coincide también con el período histórico de la
descolonización. Estos sucesos llevan a Pío XII a poner especial
preocupación por las misiones en esos países y también en América
Latina. Por lo tanto, encargar la Prelatura de Yauyos al cuidado del
Opus Dei se explica perfectamente en este contexto. Juan XXIII, al poco
tiempo de asumir el Pontificado (fue elegido el 29 de octubre de 1958),
anunciaba al mundo, con gran conmoción especialmente entre el clero, la
celebración de un Concilio Universal. Desde ese momento se inicia la
preparación del Concilio que sería llamado Concilio Vaticano II y que se
desarrolló desde 1962 hasta 1965. A este Concilio van a asistir Mons.
Ignacio María de Orbegozo, entonces Prelado de la Prelatura Nullius de
Yauyos, y también Mons. Luis Sánchez-Moreno Lira, Obispo Auxiliar de
Chiclayo, pero que a partir de 1968 se hace cargo de la Prelatura de
Yauyos mientras que Mons. Orbegozo asumía la dirección de la diócesis de
Chiclayo. En su momento daremos cuenta de la participación de los dos
en el Concilio. El 3 de junio de 1963 murió Juan XXIII siendo elegido
Romano Pontífice Pablo VI. Ese año fue asesinado John Kennedy. El mundo
estaba revuelto. La guerra fría entre EEUU y Rusia preocupaba hondamente
al Papa. Pocos días después de empezar el Concilio se produjo la
“crisis de los misiles” que puso al mundo al borde de un desastre
nuclear. Juan XXIII había recibido, optando por la paz, a la hija de
Nikita Kruschev y su esposo, algo impensable en tiempos de Pío XII.
Pablo VI tuvo que enfrentarse con la conmoción que siguió en la Iglesia
al término del Concilio Vaticano II. Un referente significativo del
ambiente que se vivía por estos años es el primer Sínodo de Obispos
realizado en 1967 y los temas que trataron: la crisis de la fe, la
reforma del Código de Derecho Canónico, los Seminarios, las normas
litúrgicas, etc. El año 1968 es crucial para la Prelatura porque Mons.
Ignacio es trasladado a Chiclayo, mientras que Mons. Luis Sánchez-Moreno
Lira pasa de Chiclayo a Yauyos, y el entonces Vicario General de
Yauyos, P. Enrique Pélach es nombrado obispo de Abancay. Mientras esto
sucedía en la Prelatura de Yauyos, Pablo VI publicaba la encíclica
“Humanae Vitae” y el Credo del Pueblo de Dios, para confirmar a través
de estos documentos, verdades de nuestra fe y la exposición de la
doctrina acerca de la naturaleza del matrimonio y el recto uso de los
derechos y deberes de los esposos. Además, en el mundo ocurrían
acontecimientos como el asesinato de Robert Kennedy y Martín Luther
King, y la famosa revolución del 68 que en diferentes lugares de la
tierra, sin previo acuerdo, hubo manifestaciones masivas y
levantamientos como los “jóvenes de mayo” en Francia, la Primavera de
Praga que fue aplastada violentamente, o la de los jóvenes en México,
etc. Mientras todo esto sucedía en el mundo, en la Prelatura de Yauyos,
así como en las diócesis de Chiclayo y de Abancay, el Señor iba
disponiendo las cosas discretamente, pero como quien tiene comprimido un
resorte, dispuesto a saltar alto, muy alto, apenas se deje de presionar
sobre él. A esta conmoción espiritual, acompaña también una conmoción
civil en el Perú. En octubre de 1968 el Presidente Fernando Belaúnde
Terry es derrocado por el General Juan Velasco Alvarado. Se iniciaba
unos años de zozobra en todos los niveles de nuestra patria. También en
los ambientes religiosos. Surgen y se hacen fuertes, teologías como la
de la Liberación que comprometen seriamente la fe cristiana. La Iglesia,
en muchas partes del mundo sigue conmocionada, apareciendo en muchos
ambientes una gran “contestación”. Surgen actitudes de franca rebeldía
contra la Santa Sede, contra el Papa, contra las verdades de nuestra fe.
La Prelatura de Yauyos, por Providencia divina, y por la fidelidad de
quienes estaban a cargo de ella, puede superar este escollo. Mientras en
muchas partes los Seminarios se vaciaban, en nuestra Prelatura se
creaba el Seminario Mayor (1971), y se reafirmaba, por parte de los
sacerdotes, con el obispo a la cabeza, su fidelidad al Magisterio de la
Iglesia y al Papa. En 1974, San Josemaría Escrivá de Balaguer visita la
Prelatura de Yauyos. Esta visita hay que situarla dentro de lo que él
llamó una gran Catequesis por algunos países de América del Sur. En 1975
la Prelatura de Yauyos sintió especialmente la muerte del Fundador del
Opus Dei. En 1978 tiene lugar la ordenación de los cuatro primeros
sacerdotes formados en el Seminario de Yauyos mientras el mundo vivía
consternado por las muertes de Pablo VI y Juan Pablo I y la elección de
Juan Pablo II, con quien, para muchos, se inicia una nueva Era para la
Humanidad. Pienso que no están equivocados en esta calificación. En 1985
el Perú recibió a Juan Pablo II. Recibieron el Orden Sacerdotal de
manos del Papa dos diáconos de la Prelatura de Yauyos. En aquella
ocasión la imagen de “La Madre del Amor Hermoso” fue llevada a la
Nunciatura y estaba presidiendo esos ambientes mientras el Santo Padre
estuvo con nosotros. El Papa volvió a bendecirla en presencia de muchos
obispos.
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