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María Martínez Vicente, una mujer de gesto firme y brazos fuertes, apenas podía sostenerse. Conmovida y sin explicaciones, la esposa de Emilio Quispe Ríos, el asesinado presidente de la Asociación de Posesionarios del Centro Poblado Nuevo Cañete, no paraba de llorar. 

Uno de sus cinco hijos intenta calmarla con algo de aliento pero el llanto aflora una y otra vez. María se toca el vientre. Tiene 4 meses de embarazo.

Ella cuenta que la vida de su esposo estaba en peligro. Detalla que el lunes, antes de que Emilio saliera a su cita con la muerte, le confesó que querían asesinarlo. “María me quieren matar, no abras la puerta a nadie”, fue lo que le dijo.

Su hermana Luz recuerda que las amenazas de muerte venían desde el año pasado. Aclara, sin embargo, que esta última semana fueron más insistentes. “De hoy o mañana no pasas”, le advirtieron el lunes.

A la familia de Emilio le desespera la incertidumbre. ¿Qué pasó? ¿Quién fue? ¿Cómo todo terminó así? Para eso, los investigadores necesitan testigos, porque el desconcierto no es solo una sensación que invadió a la familia Quispe Ríos, a sus amigos y familiares. También le pasa a la Policía de Cañete. No hay cámaras. Han indagado en la vida de la víctima y, al parecer, no hay puntos oscuros.

Doris Arango, secretaria de organización del centro poblado Nuevo Cañete, dijo: “Era un hombre muy querido. Durante 6 años ha venido construyendo el futuro de nuestro pueblo”.

Emilio fue un hombre vinculado a Perú Posible. Incluso, en las elecciones pasadas postuló como teniente alcalde de Cañete. Su proyecto más importante era la construcción del complejo astronómico, planetario y observatorio astronómico, complejo de viviendas y complejo universitario. Por la mañana y parte de la tarde sus restos fueron velados en el local comunal del centro poblado.