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Unas peligrosas fiestas de competencia sexual se vienen desarrollando después de clases escolares en varios distritos de la ciudad. Estos eventos, patrocinadas por adultos, tienen como fin, despertar la sexualidad de niños y niñas, entre 11 y 14 años de edad. Las fiestas “Arcoíris”, “Semáforo” y “Candy”, solo se diferencian por el nombre porque en contenido, hay sexo desenfrenado.

Los especialistas en sexualidad, han opinado que los adolescentes se exponen a enfermedades venéreas, embarazos no deseados, desviaciones sexuales, apreciaciones negativas contra las mujeres, sexismos como fomentar que la mujer es un objeto sexual. Sin embargo, este problema no solo atañe a los niños, sino también, hay adultos dispuestos a lucrar con la ingenuidad, fantasía y curiosidad de los estos, sin recibir sanción alguna.

Hace poco, los agentes de la comisaría Payet, en el distrito de Independencia, encontraron a chicos semidesnudos y ebrios en una piscina comunal, donde se había desarrollado una fiesta “Semáforo”. La entrada valía 14 soles y con derecho a preservativos, según explicó una escolar. Desafortunadamente, los agentes no hallaron a ningún adulto responsable. Una niña contó que vio el anuncio en un “evento de Facebook”. Relató que en esa reunión hubo alcohol y drogas: si los chiquillos llevan pulseras rojas, que significa que “vienen acompañados”; el amarillo, vale que buscan una aventura, mientras que el verde; la persona está dispuesta a sostener sexo casual.

Más peligrosas todavía, son las denominadas fiestas “Arcoíris”, ya que las niñas tienen que pintarse los labios de colores para practicar sexo oral a los chicos, en esta competencia, gana el adolescente que tenga estampado más colores en el miembro viril, y por ende, que haya tardado en llegar al orgasmo.

Otra empresa de lujuria, es la fiesta “Candy”, las chiquillas son premiadas con bebidas y entradas gratis, si llevan el short o la minifalda más corta, si son atrevidas y están dispuestas a todo, con alcohol. Sucede, en cualquier discoteca donde pululan adolescentes, obviamente, como no son privadas como las anteriores, las niñas se ven expuestas a violaciones, agresiones sexuales y trata de mujeres.

Estas diversiones han alarmado a las autoridades, pero aún no han hallado a los responsables que los organizan: los padres tendrían que estar pendientes de dónde acuden los niños en horas escolares o después de clases.

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